lunes, 30 de junio de 2008

Piromanía


Como una fina cuchilla
rae el sol de la mañana el azul del cielo,
amenaza una guerra de sudor y bufidos,
hoy se levanta con armas en la mano
y un beso en la boca
para la valiente que quiera llegar hasta él.
Pero ya sabe que la constancia
no es algo que se pueda almacenar junto a las voluntades
y que prefiero un beso frio de luna
que jugarme la boca ignorando estrellas
reteniendo el oxígeno
para después perderlo en cada atardecer.

El valor es una medalla muy cara
que los cobardes no pueden comprar
y a los valientes les sirve de embargo para toda la vida,
y yo
que no entiendo de medallas
más que las que me hago en la camisa cuando como espaguetis
miro al sol esperando que algún día queme menos,
o que venga y cause un incendio
para que mis vecinas se asomen por la ventana y digan

“ya sabíamos que esa niña no era normal, es pirómana,
y algún día arderá en su propio infierno”.

Simulo pequeños amaneceres
encendiendo cerillas en las juntas del suelo de la cocina,
mientras una Nube viene y las sopla,
porque dice
que los sueños solo deben durar lo se tarda en abrir los ojos
y a mi
ya se me abrieron hace mas de veintiséis años.

Quebrado

Hace tanto que no nos vemos
que se ha partido el labio de barro que moldeé
pensando en tu boca,
se ha perdido el rojo que lo bañaba
y se ha convertido en un marrón tornasolado
en una maraña de injusticias
en un abanico sin varillas
un espejo sin reflejo
una mirada perdida
una niña sin lazo
el deseo olvidado
las palabras calladas
los sentimientos obscenos,
en turbulencia
decadencia
incoherencia
en mí.

Tú, mi mejor casualidad

“Voy a quedarme aquí todo el tiempo que haga falta,
estoy esperando la casualidad de mi vida, la más grande
y eso que las he tenido de muchas clases,
si… podría contar mi vida uniendo casualidades”
*Los amantes del circulo polar*




Alguien me dijo en una ocasión que nada en esta vida es casual.
Sin embargo toda mi vida ha estado llena de casualidades, algunas perceptibles para mi y otras que seguramente jamás llegaré a descubrir, pero si algo tengo claro es que si pusiese todas las casualidades en un lado de la balanza y en otro te pusiese a ti, tú serías la mayor de todas ellas.

No me gusta el café, de hecho hacía mucho que no lo tomaba, pero esa mañana, caminando por la calle Java encontré una cafetería con un enorme cartel de neón en el que una taza humeante me invitaba a pasar. Al entrar sonó el ‘ding dong’ de la puerta y quise salir sobre mis propios pasos, pero era tarde, había un hombre ubicado en la barra y me hizo un gesto con la mano para que me sentase junto a él, su cara me resultó familiar, así que accedí. Giré la cabeza hacia la derecha y entonces te vi, sereno, callado, no levantabas la cabeza de algo que estabas ojeando y me sentí estúpida por pretender que mi presencia produjese en ti un mínimo de emoción. Entonces corté al hombre que me hablaba sobre un atentado en no sé donde y le pregunté si te conocía, me dijo que llevabas un par de días llegando a la misma hora, que nunca hablabas con nadie, que le daba la sensación de que esperabas a alguien. Lo dejé con la palabra en la boca y me acerque hasta ti con una tremenda soberbia sobre los hombros.
-Perdona, ¿sabes que es de mala educación no dar los buenos días?
-¿Cómo?- levantaste la cabeza y me miraste,- Perdona, pero estaba trabajando en unas cosas y no me di cuenta.
Y así, sin preguntar más se cruzaron nuestros caminos.

Quizá nunca llegues a saber lo importante que eres en mi vida, tal vez ni yo misma sepa explicártelo a tiempo, pero sigo aquí sentada, esperando la casualidad y no espero una casualidad perfecta, pues ya la tuvimos, sino la que me lleve hasta tus ojos, esa casualidad que sirva de baúl para mis sonrisas. Hay casualidades de muchos tipos, pero si algo tengo claro es que tú eres la mejor de todas.



viernes, 27 de junio de 2008

De tiempos y vientos


El aire de las eses que se te escapa entre los dientes
me despeina el flequillo,
intentas provocar las sonrisas para ver si despiertan
pero andan dormidas en un sueño profundo
que precisa algo más que buenas intenciones para romperse.

Veo desperdiciarse las espinas de las rosas
anegadas en un cilindro de cristal
que algunos llaman jarrón.

Las cosas que hoy decoran
no son más que objetos que mañana
terminarán estorbando.
Mis labios decoran los tuyos al menos dos veces por semana
y temo el mañana que se precipita con cada segundo,
temo el después cuando en el ahora se respira calma,
conozco demasiado el mar
y sé que se cuecen traiciones bajo su superficie pausada,
entiendo de resacas y de mareos,
de botellas vacías
sin mensajes ni amor lejano a quien enviarlas,
entiendo de desamor y de esperas que nunca terminan,
de ti y de mí sin un nosotros que enmarcar.

Y mientras,
me sigues mirando esperando la sonrisa,
soplándome en la comisura de la boca
para que esta mueca de dolor se marche
aunque sepas que tiene raíces ,
que a veces florece con pétalos carnívoros
y te muerde las orejas
y la mano con la que acaricias,
porque entiendes que no soy mas que una niña fatalista
que vacía sus manos de presente
esperando verlas llenas de un futuro que nadie prevé.

viernes, 20 de junio de 2008

El último verso

Queda un verso sobre la mesa
el resto los desperdicié lanzándolos al aire
solo espero
que este último suicidio sea certero.

Se puede morir con dos versos,
uno clavado en cada ojo
pero mi tendencia masoquista
me invita a tatuármelo en las venas de la muñeca.

Esta vez no será un verso que hable de ti,
ni de Lucía,
o de Diego,
siquiera de esa parte de mí que conoces.
Para morir del todo es mejor desnudarse
y hacerlo igual que se nace,
sin nada con lo que taparse la cara,
no hay mentira que se pueda ocultar en cueros.

Cuando muera mi yo oculto
no quedará más poesía en la sangre,
voy a dejarla correr por el suelo,
que se adhiera a los talones de los transeúntes a-poéticos
y los torne bohemios
los torture y los cree poeticodependientes
que sufran las consecuencias
de un poema aferrado a las entrañas.

Sin censura


Hay democracia en el estado de mi cuerpo
la censura es para los mediocres;

el fuego,
la ira
y el descaro
solo se apagan con buen sexo
(o una guerra plagada de autoestima excitada),
unos cuantos vaivenes que me hagan olvidar
que la decencia se esconde en mi cadera
bajo la goma de la ropa interior.

Hay solo una forma de mantenerme callada,
espero que la deduzcas en algo más de media hora
o mañana no sabrás ni cómo me llamo en realidad,
porque aunque no lo creas
cuando quiero querer, nada es lo que parece
y no me preguntes por qué,
permite que las niñas malas nos guardemos algunos secretos

miércoles, 18 de junio de 2008

Sed elílica

Se cuelga el cartel de “cerrado”en la boca de la esquina
donde solía beber,
eran los labios que mejor me quitaban las penas,
busco un bar veinticuatro horas,
el camarero me mira, saca una escoba
barre tras mis pasos y me ofrece una bolsa
con algo que parecen restos de pasado

“no es bueno perder lo que fuiste
o al final terminarás imaginando
que eras princesa de la vida bohemia”,
me mira desde la barra y me guiña un ojo,

valiente estúpido,
nunca quise ser princesa;

me los echo en el vaso
y los trago a pesar de que arañen.
Se me saltan un par de lágrimas
por el escozor que produce recordar quién fui
y el dolor que se siente cuando te arrancan la infancia
con caricias de unas manos hechas con papel de lija.

Corro hasta la puerta y vomito pasados y recuerdos
ante la mirada de desaprobación del camarero.

La boca de la esquina sigue cerrada
y la sed etílica me es difícil de asimilar
deja resacas imposibles de evadir.

Necesito un mordisco en la lengua
que no sea de mis propios dientes.


Si quereis escucharlo recitado por una gran voz como es la de
Amparo Fdez. del Campo aquí teneis el enlace

http://www.bletisadas.blogspot.com/