lunes, 22 de diciembre de 2008

Identidad


Podría haber sido casi cualquier tipo de mujer, pero decidió no ser nadie o mejor dicho, ser todas a la vez. Cuando esto ocurre es peligroso, porque sin darte cuenta, llega un momento en el que ya no sabes quién prefieres ser y lo que es peor, te olvidas de quién eres. Tal vez nunca fue nadie, siempre vivió tras la sombra de los hombres que la iban acompañando a lo largo de su vida, ellos le iban añadiendo y quitando costumbres, manías, miedos, vicios y así una larga lista de cosas que se prometía quemar cada vez que la abandonaban sin una razón aparente.

Fue Marta, la chica amante de la montaña, la que pensaba que subiendo a la cima más alta conseguiría que el amor se quedase pegado a su espalda para siempre. Se dejó llevar hasta los confines de la tierra en busca de algo que la gente llama felicidad, y hubo un par de veces que creyó haberla conseguido, pero todo se esfumaba cuando bajaba de las alturas, entonces las nubes seguían siendo vapor de agua, nada más. Él se marchó y a ella el Everest de pronto le pareció un simple montón de rocas.

Fue Victoria, y almacenaba las derrotas tras sus parpados. Los ojos se le fueron llenando de velas apagadas, de flores marchitas que no llegaron a abrirse y la boca solo era una ciénaga llena de una nada que hedía. Recogió besos de unos labios que sabían de la vida y entendían de tabacos. Se dejó desnudar las sonrisas por unas manos manchadas por la sabiduría y soñó mientras dormía en la nuca del disturbio.

Fue Lucía y se enamoró del mar, del mar y de las noches rasas, del frío y del silencio. Se enamoró de la poesía y de una ciudad llamada Buenos Aires que nunca llegó a contaminar. Se enamoró de una voz y de un montón de poemas sin rima ni métrica, de un puñado de canciones inventadas en otro tiempo para ser cantadas en ese preciso instante. Vivió un amor dentro de otra historia de amor, uno de esos amores que la gente tanto critica y despedaza por ser un amor fuera de momento, dentro de un lugar indebido. Sintió latir dentro de ella dos corazones a la vez, pero esos latidos decidieron dejarse morir y aquel corazón débil que latía en voz baja se calló para siempre. Se marcharon, ella le empujó al abismo y él se casó con el silencio e hizo de la distancia un muro donde escribir frases de dolor, así, de pronto la poesía solo le pareció el modo más lento de suicidarse.

Ahora solo es una hoja de papel llena de borrones sin cuenta nueva, piensa que el tiempo no es más que una canica echada a rodar buscando una esquina donde detenerse, pero la vida es una cuesta abajo sin rincones donde dormir y el vértigo sale demasiado caro para alguien que olvidó cómo se utilizan las alas.
Podría haber sido casi cualquier tipo de mujer, pero a veces, ser alguien es demasiado para quien siquiera conoce su nombre.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

En ruinas


A lo mejor tienes miedo a que esté peor que tú
y temes que el huracán de mis suspiros
borre nuestras huellas,
quizá temas perderme antes de que yo te pierda
y no encuentres el camino de vuelta al final,
sabes que mi espiral es menos vertiginosa
que perderse dentro del abismo
y que es mejor soñadora conocida que folladora por conocer.

No importa,
todo lo que puedas pensar ya lo he soñado
y no hay pesadilla capaz de hacerme temblar,
tan solo la imagen de una jaula con la puerta abierta
y dentro un pajarito sin alas, con mi nombre,
y con un pánico terrible a los vientos del oeste.

La nada que asoma es tan grande
que empapa el todo que puedo tener
así, apenas alcanzo a ver algo más que las puntas de mi dedos,
de estos pies descalzos y helados negados a caminar.

Ya ni las manos responden a los impulsos del alma,
la inutilidad esta aferrada a mi fisionomía
y la filosofía barata es la que más cara me sale,
porque al final todo vuelve al principio
y todo se llena de nada
y yo me vacío porque me lleno de ti
una y otra vez hasta morirme mil veces aunque no sé contar,
y ya no sé cuantos días le quedan a esta casa hecha de pedacitos de nosotros
ni si queda algo de nosotros para los cimientos que se pudren
o para las tejas que se han volado con el viento de las volteretas,
una acrobacia,
dos,
tres y
todo
vuelve a
d
e
s
m
o
r
o
n
a
r
s
e.