lunes, 29 de septiembre de 2014

Mi libro


     Hay algo que quiero contaros que me hace feliz y me atemoriza a partes iguales. Me publican un libro. Y lo digo con la voz bajita para que mis fantasmas no se despierten.

     Para los que me lleváis siguiendo años os diré que no es un libro de poesía, ya sabéis que yo soy “cuentista de nacimiento y poeta por necesidad”, lo de la poesía siempre fue más un desahogo y lo que realmente me llena es la narrativa.

     Así pues, me publican el libro que en un principio llamé “El precio de una vida” y que después de darle unas cuantas vueltas decidí rebautizar como “La sonrisa dormida”. Algunos posiblemente conozcáis algún fragmento de ella. Es una novela para todos los públicos, aunque considero que es más juvenil, pues baraja cuestiones que suelen inquietarnos a todos pero más a los jóvenes.
     Los valientes en publicármela son Ediciones Atlantis, odiados por muchos, amados por muchos otros. Yo solo puedo hablar bien de ellos y darles las gracias por confiar en mí y en mis letras. En los tiempos que corren es muy difícil que una editorial se decida a publicar a un escritor novel sin que el escritor tenga que hacer ningún desembolso económico y Ediciones Atlantis ha confiado en La sonrisa dormida. Así que vuelvo a decir que estoy enormemente agradecida.

     Aprovecho la ocasión para daros las gracias a todos los que estáis ahí al otro lado leyéndome y me habéis valorado como escritora o mejor dicho, como comunicadora de sentimientos. Gracias.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Esto de renacer como el ave Fenix es muy duro. Hace tiempo cerré este blog y de hecho no volveré a escribir nada en él.
Me mudé de nombre, si antes mi mundo era frágil como el cristal, ahora descubrí que el problema es que soy gen-éticamente inexacta, creo que ahí residen todos mis defectos y virtudes. Con tal descubrimiento nació mi nuevo blog al que quedais invitados.

http://geneticainexacta.blogspot.com/

Besos y versos para todos

martes, 19 de mayo de 2009

Del amor y sus mentiras (II)


-Pensaba que no la volvería a ver por aquí.
-Pues ya ve, al final uno siempre termina volviendo al lugar donde le esperan. Porque usted me esperaba ¿verdad?
-Lo cierto es que sí. Después de nuestra última conversación me quedé con ganas de saber más cosas de usted. No me resulta una paciente común, es más, todavía no entiendo por qué me viene a visitar siendo psiquiatra como soy, tal vez le interesaría más un psicólogo.
-Digamos que necesito un confesor y no creo en los curas, quizá alguien como usted me entendería mejor, porque la verdad es que no necesito la redención de mis pecados sino alguien a quien contárselos. Las cosas que se hacen se van amontonando dentro y necesitan salir, así que yo le pago y usted me escucha.
-Me parece un trato justo. ¿Y qué es lo que te trae por aquí esta vez?
- Doctor, ¿usted cree que soy puta?
-Mujer, depende. ¿Usted pide dinero a cambio de favores sexuales?
-No, nunca lo hice ni pienso hacerlo jamás y no porque sea una deshonra sino porque no necesito el dinero. Pero ¿me quiere usted decir que el que pide dinero a cambio de favores es prostituta? Porque sino permítame decirle que su burdel es de los más bonitos que he visto en mi vida, a ochenta euros que me cobra la consulta es una prostituta de lujo, desde luego. Pero no, no me refería a eso. Verá, hace unos días un amigo me dijo que si fuese puta sería la puta más romántica que existe.
-Bueno, es un halago bonito, solo que quizá no está dicho con las mejores palabras y lo has malinterpretado.
-Es que yo no quiero ser romántica, solo quiero ser puta.
-¿Eres puta?
-He dicho que quiero serlo. El me dijo “si fueras puta….”, con lo cual me queda el romanticismo y lo odio. ¿Cómo se puede ser romántica sin creer en el amor? Y me odio a mi misma porque no sé hacer el amor sin amor, siquiera se follar sin amor, sin besar en la boca. Y no creo en el amor no porque no exista, sino porque haciendo como que no le veo tal vez desaparezca. Cuando era pequeña y quería esconderme de alguien me bastaba con taparme los ojos con las manos y esa persona desaparecía, incluso el miedo que sentía en ese momento.
-Pero ahora eres grande Lucía, eso ya no vale. Cuando abras los ojos el problema seguirá estando ahí justo donde lo dejaste, solo que posiblemente se haya hecho mucho más grande. Los problemas hay que afrontarlos. Y para eso, créeme, no hace falta ser puta.
-¿Sabe donde siento yo el amor? Entre las piernas. Cuando ya no quiero a alguien dejo de excitarme y soy capaz de masturbarme pensando en una pared blanca antes que hacerlo pensando en él.
-¿Eso te ocurre muy a menudo?
-¿Lo de masturbarme? Todos los días.
-No Lucía, eso no. Te preguntaba acerca de los hombres de los que te desenamoras.
-Sí, me pasa demasiadas veces y demasiado pronto, algunos en la misma noche que los conozco, justo después del sexo les dejo de querer. Les aborrezco de tal modo que no vuelvo ni a llamarles, con otros llega a la segunda o tercera noche. Sobre todo me desenamoro de los que no saben abrazar bien.
-¿Qué buscas en ellos, amor, cariño?
-Yo no quiero que me quieran, solo que me abracen. Me dejo follar con tal de que me abracen muy fuerte.
-Entonces les das sexo a cambio de cariño.


Lucía se levantó de la silla, sacó ochenta euros de la cartera, los puso delante del doctor con una sonrisa triunfal, agarró su abrigo y se dirigió hacia la puerta.
-Usted ofrece su consulta a cambio de ochenta euros y yo mi cuerpo a cambio de cariño. Ya lo hemos conseguido doctor, somos putas. Muchísimas gracias por ayudarme a descubrirlo.
Se marchó de allí tranquila, solo le quedaba matar el romanticismo (otra vez).

jueves, 7 de mayo de 2009

Destellos


Quiero ser infelizmente libre
infelizmente mía,
por una vez,
una única vez que dure hasta mi muerte,
y poder recontar los palos y golpes
los amaneceres y atardeceres que vi
y los que también perdí por hacerme la dormida.

Al fin comprendí
que de nada sirve ser musa
si al final el poeta se folla a las malas
y me quedo siendo simplemente
la inicial en el último verso de poema,
inicial en ángulo recto que rompe la rima.
Aprendí que es más útil pedir que esperar
y más grato recibir que dar.

Los desengaños no son más que abrir los ojos,
darte cuenta de que el color rosa
no es más que una fina capa de pintura
que se cae con el tiempo
y que el violeta es el color que queda tras los golpes.

Querer ser feliz
es pretender ser otra que no se parezca a mí,
por eso quiero ser infelizmente mía
porque al fin quiero ser yo.

jueves, 23 de abril de 2009

El chico que desde la ventana veía llorar a la chica gris ( X )

Abrió los ojos, tenía la mano izquierda helada, quizá porque se le había quedado fuera de la manta, el piso de Abril era mucho más frío que el suyo. Giró la cabeza hacia su izquierda y sintió que siempre había dormido con ella. Le vinieron unas ganas tremendas de abrazarla, pero no quiso abusar de la confianza que ella le había brindado, demasiado que le ofreció quedarse a dormir en su casa, en su propia cama, como para estropearlo todo con un gesto que ella podía confundir. Después de que Abril hubiese contado su historia se acercó a un baúl gigante que tenía apoyado en una pared junto a la puerta del baño, lo abrió y sacó de allí una botella de vodka azul, “mi preferido” dijo ella, y decidieron brindar por lo caprichosa que era la vida. En realidad ese fue el primero de los brindis, según iban bebiendo la imaginación se les despertaba y cada vez tenían más y más cosas por las que brindar, hasta que de la botella se deslizó la última gota. Javier miró el reloj, la una de la madrugada. Se levantó con la intención de irse para casa, pero una fuerza centrífuga se había estancado en su cabeza y todo a su alrededor daba vueltas a velocidad terminal, cayó de culo contra el sofá.
-Anda, ayúdame a levantarme y llévame hasta el ascensor. Creo que una vez en la calle el fresco me despejará y podré llegar a mi casa, total, estoy a menos de cien metros, no debe ser tan difícil.- dijo acompañado de una risilla tonta.
-No, quédate a dormir conmigo.
-¿Qué?- preguntó incrédulo, el alcohol suele distorsionar la visión, pero no sabía nada de que afectase también al oído.
-Quédate, quizá esta noche haya tormenta otra vez y tengo miedo de estar sola.
Javier inclinó la cabeza hacia la ventana:
-Pero si la luna brilla rabiosa, no hay un una nube siquiera.
Pero Abril ya no estaba en el salón y la luz del dormitorio estaba encendida. Ahora solo le quedaba levantarse con cuidado y mantenerse lo más vertical posible hasta llegar al cuarto. Copérnico se había despertado, dormía desde hacía horas sobre la alfombra, se desperezó y comenzó a caminar delante de Javier como indicándole el camino a la habitación de Abril.
El color del dormitorio no era menos estridente que el del salón, quizá algo más amarillo. Tenía sobre la cama una colcha violeta con bordados en hilo dorado, le gustó. Le estaba esperando de pie a los pies de la cama.
-Yo duermo a ese lado, ¿vale?- mientras señalaba al lado derecho de la cama con el índice muy recto- Para ti el otro lado, pero prohibido roncar.- y con ese mismo dedo rígido advirtió a Javier.
A él no le preocupaban los ronquidos, le preocupaba más vomitar en la colcha a media noche, no se llevaba muy bien con el alcohol y al parecer el vodka tampoco se llevaba bien con él.
No sabía con exactitud qué hora sería pero el sol todavía no lucía con demasiada fuerza, quizá las siete o las ocho como muy tarde, se volvió y buscó su teléfono móvil en el bolsillo del pantalón que había dejado en el suelo la noche anterior. Las siete cuarenta y dos, todavía podía quedarse un rato mas en la cama, en la oficina le esperaban a las nueve. Siguió mirando a Abril que todavía dormía en paz o eso parecía, ¿y si no dormía? ¿y si solo estaba haciéndose la dormida y le observaba con los parpados entornados? Lo mismo estaba viendo como la miraba con cara de pasmado o lo que es peor, de enamorado.

A Miguel ( el chico gris), con cariño, para que no se acostumbre a las tristezas

martes, 21 de abril de 2009

GEN-ética

- Buenos días
- Buenos días Lucía. Pero ¿de qué vas disfrazada?
- De putita, que no es lo mismo que ir de puta.
- Pues suena igual de feo. A demás no te veo mal vestida, es solo que te noto diferente y me ha chocado verte así, pero para nada es indecente ese atuendo, fíjate que vas muy mona, te favorecen los pantalones pitillo y las botas de tacón alto, será que como tienes las piernas cortitas te estilizan mucho. ¿y cómo es que te ha dado por vestir hoy así? Deberías hacerlo más a menudo.
- Es solo que hoy me desperté antes que el GEN, mientras me vestía él seguía dormido en algún lugar de mi mente, así que me encargué yo solita de esa tarea. Pensé que por un día iba a llenarme de nada, me iba a limitar a recoger de los transeúntes miradas lascivas y proposiciones indecentes, que por una vez iba a sentirme satisfecha con eso, con detenerme delante de un escaparate y soñar con ese vestido que cuesta el sueldo de un mes, con un armario lleno de zapatos de tacones vertiginosos, con encontrar un marido que ganase mucha pasta, y tuviese un deportivo de ensueño con el que me llevase a Baqueira todos las navidades a esquiar. Quería vestirme de putita y hacerme la ilusión de que las cosas que valen la pena se consiguen con dinero o con un buen meneo de tetas o de culo. Quería saber si podría engañar al GEN, si cuando despertase vería tan grande cambio que emigraría a otro cuerpo dejándome a mí vacía, tanto, que podría llenarme de cualquier cosa inútil, la que fuera, con tal de sonreír once veces seguidas.
- ¿y..?
- Nada, que cuando llegue a medio día vuelvo a ponerme la falda estampada, el pañuelo azul en la cabeza, el collar de bolitas de colores y las babuchas.
- Pues yo así te veo muy mona tía, mucho más que con esos pingajos que te colocas a veces, perdona que te lo diga. Por cierto, ¿te he dicho que he quedado para tomar café con un alto ejecutivo que trabaja en la oficina de la planta siete? Un partidazo nena, tiene un deportivo…

miércoles, 15 de abril de 2009

Ya lo dijo Batania


Se ensucian los días de memorias
no basta un plumero para limpiarlos,
ni soplar todo lo fuerte que se sabe,
siquiera cerrar los ojos
contar hasta tres y volverlos a abrir,
como si en un acto de magia
todo fuese a desaparecer de repente.

Se manchan las tardes de recuerdos
y no hay espacio suficiente para ellos
se amontonan a la salida de los párpados
y sostienen al sueño
para que no vaya más allá de las pestañas,
para que las ilusiones no arañen las niñas de mis ojos,
ni de los tuyos,
quién sabe.

El reloj resta minutos
en una cuenta a favor propio,
ayer se lo leí a Batania,
tu reloj de pulsera
barniza el nogalde
tu propio ataúd
y ya no sé si quise morirme
o vivir con rabia para joder al tiempo,
tal vez por eso no lleve relojes,
tal vez por eso nunca mire atrás,
para no ver cómo se pierden las cosas.