jueves, 29 de mayo de 2008

El club de los humildes ****


Me pregunto qué se siente al llegar a casa y verla vacía, por mi parte, el hecho de hacer las maletas no me supuso trauma, aunque sí un gran esfuerzo pues había casi un litro de vino en mi sangre. Las borracheras no son el mejor momento para pensar, siempre dicen que el alcohol distorsiona la realidad, es por eso quizá que al mirar tu foto logré verte guapo y casi sentí lastima por ti. La lastima es gratuita para el que la siente y pasa factura al lastimero. Triste escena esa de verme salir de casa sin mirar atrás ni para apagarla luz del pasillo.
No me duelen las nostalgias que se adhieren a la espalda, de hecho son tan fáciles de quitar como salir una noche con un nuevo amigo y después de unas copas llevártelo a la cama. Lo que más me gusta es follármelo pensando que tú nos miras, digo yo que no te supondría ningún esfuerzo, siquiera tu dignidad se vería dañada, al fin y al cabo qué diferencia hay en verme a mi o ver como lo hacen los vecinos de enfrente, a partir del momento en que salí por la puerta dejé de ser alguien en tu vida, así como tu desapareciste de la mía.
Me has puesto tantos títulos a lo largo de nuestra relación que… en fin, el de puta es el que mejor me queda, más que nada porque he sacado de ti lo que quise ( menos amor por supuesto) solo con llevarte a la cama, a la calculadora que tengo entre las piernas todavía no se le han acabado las pilas, pero el estomago se me revuelve cada vez que pienso en volver a meterme en la cama contigo. Últimamente los mejores polvos eran los que pegábamos cuando venía Ana, tú te entretenías mirando como retozábamos en la cama, la verdad es que ella usa mejor la lengua que tú y creo que ha llegado el momento de confesártelo; ella no venía porque le gustase montárselo contigo, daría mi mano derecha como prenda si me equivocase al decir que los mejores orgasmos que tuvo vinieron de mi boca. Pobre infeliz… de no haber sido por mí todavía andarías perdido con el misionero. Tomate estos dos años como un regalo que yo los veré mas bien como un descanso espiritual, lo digo mas que nada porque tu presencia en la casa era fantasmal.
Podría haberme ahorrado la tinta de esta carta, pero me apetecía despedirme dignamente, aunque no pienso decir esas cosas típicas del “cuídate”, “espero que te vaya bien”, no, porque no creo que consigas ser feliz lejos de mí, mi soberbia, esta que me dicta, es la misma que hacía que fueses alguien digno de mirar a la cara, era la que os mantenía erguidos a ti y a tu pene, ahora lejos de mi no sé que será de vosotros.

P.D. Te he dejado algo de ropa interior en la nevera, lo digo por si te entra hambre.

lunes, 26 de mayo de 2008

Poemas desde el coño


Hay momentos en los que la ira se come a la cordura
emigra la paciencia hacia el norte
buscando congelarse, escapar de mi
entonces todo mi alrededor comienza a gritar
se vuelve estridente
y yo una loca sin espejos enteros en los que mirarme
solo miradas extrañas prostituidas en otros ojos,
llega el momento de odiar y escribir
odiar a mi guitarra que gime penurias
a sus notas que me producen nauseas
escribir a las notas que nunca recibiré
y a esas que un día tuve en mis manos
sirviendo para hacer hogueras bajo las mantas,

la púa…. como la odio
me dan ganas de metérmela por el coño
que tras ella marchen todas las fotos
los calendarios
relojes,
tú,

que ese orificio sea el agujero negro de mi galaxia
y todo desaparezca
empezando por mí,
terminar desinflándome hasta quedar en una nada
más inestable que de costumbre.

Que venga el pene de la censura y me azote siete orgasmos,
me sacuda desde la espalda
me tire del pelo
me muerda los muslos
que mi coño y yo
seguiremos escribiendo poesía

El precio de un poema

Se puede llenar un saco de mierda
y ponerle precio,
hombres matarían por ello
y no dejaría de ser mierda
aun llamándose estiércol.

Que el desierto no es menos desierto
por más que sembremos
flores de papel.

Por más “te amo” que diga una boca
que segundos después
callará llena de semen
no deja la puta de ser puta
y tu dinero valdrá lo que vale una mamada.

Que las palabras rimadas
no tienen por qué ser poemas
tan solo un ataque incontrolado de verborrea inútil,
lirismo desperdiciado
que solo daña a los ojos
y pudre el nombre de la poesía.

Se puede meter un poema
en un saco de mierda
y putas matarían por ello
mientras te pagan
lo que vale una mamada.

jueves, 22 de mayo de 2008

Yo


Me fumo los espacios de este cuerpo
que respira y expira cuentos,
persigo los sueños que se encuentran
más allá del culo de las botellas
mucho más arriba de las antenas
los que se pudren debajo de mis pies
y jamás emergerán del subsuelo.

Anidan las arañas en mi nariz
me corren escorpiones por los párpados
y muero otra vez en la indiferencia
de ser una selva de inquietudes
un amasijo de trastornos “retro-mind”,
sola,
fumándome los dedos de las manos
que solo hablan estupideces e incoherencias
y nada más atinan a rascar mi espalda
sin llegar a alcanzar donde realmente me pica.

El odio es un estado de poder
el cual no poseo,
la ironía es el disfraz de las verdades
para que suenen bonitas,
me pinto la cara con ella
en un intento de verme guapa.

Desoxigeno los versos
los sacudo con rabia hasta verlos morir
necesito un entierro de matices violáceos,
morir y renacer al menos veintiséis veces
rodeada de los despojos de cada amanecer
bañada con algo más que meras humedades;
leer y comprenderme
escribir algo más que deshechos orgánicos.


miércoles, 14 de mayo de 2008

El club de los humildes *** Ellos,mi vida,yo


Me he tenido que levantar, estaba en la cama y no podía dormirme, era como si a las sábanas les hubiese dado por darme mordiscos en la espalda. Entre vuelta y vuelta he estado repasando mi vida y alguno de sus acontecimientos y finalmente me he decidido a levantarme para escribir un rato, Con mi taza de roibos en una mano y un bolígrafo medio seco en la otra sin más luz que la de un flexo que me calienta las sienes he comenzado a escribir mis pensamientos.

He recordado a mi madre y sus bocadillos aceitosos metidos en mi mochila de colegio, por más servilletas que envolviese alrededor siempre me pringaba el estuche de lata y después me era imposible abrirlo pasa sacar mis lapiceros. Mi madre, santa mujer, adivinaba el futuro quizá por eso nunca me atreví a mentirle, una vez se me ocurrió y me tuvo sentada en la cama hasta la una de la madrugada haciéndome preguntas sobre el tema hasta que finalmente desesperada le grité que había mentido, ella y su empeño en hacer montañas de granos de arena siempre me desesperó, sin embargo cuando alguno de mis relaciones me dejaba ella siempre me decía “era un buen chico, quizá simplemente no te quería” y acompañaba su frase con una palmadita en al espalda de consuelo. Gracias mamá.

También recordé a mi padre y a su taxi. Cuando viene a mi mente su imagen siempre es la misma, él, sentado en el coche con la ventanilla bajada y su enorme panza descansando sobre las piernas. Siempre fue un buen tipo hasta que empezó a perder el pelo, a veces dudo si se lo arranca porque no es normal que tenga continuamente cabellos sueltos sobre el jersey a veces mezclado de alguna caspa que prefiero no sacudirle. Mi padre, si lo clonasen le harían un favor a la humanidad. Siempre tiene un piropo para mi, “ole mi niña guapa, lo más bonito del barrio y del mundo entero”, y acompaña su frase de una palmada en el culo.

Acudieron a mi mente mis dos hermanos, Carlos y Diego. Los pilares de mi infancia, tan unidos durante años y ahora tan indiferentes unos con otros. Yo me relaciono con ambos, los quiero por igual, cada cual tiene sus defectos y virtudes, tal vez al nacer chica me quedé con la mejor parte, la virtuosa, el lado oscuro no llego a arraigar en mí y doy gracias. Con Diego a penas tengo relación desde el día que entré a su cuarto sin llamar a la puerta y lo encontré besándose con Gabriel, su mejor amigo. Juro que nunca dije nada a nadie, besarse con los amigos o amigas no era algo grave, yo lo hacia continuamente con mis amigas del colegio.

A Carlos le debo mucho, aunque jamás llegaré a agradecérselo pues no sería ético, gracias a él descubrí una buena parte de la sexualidad, quizá la más importante. Recuerdo que hacía apenas un par de días mi mejor amiga del colegio me explicó cómo se hacían los niños, “mi madre me ha dicho que el hombre tiene una cosa con la que hace pis y la mujer un agujero también por donde hace pis, entonces el hombre le mete su cosa a la mujer por el agujero y así se hacen los niños”, tragué saliva, los hombres tenían una cosa que entraba dentro de la mujer, en mi casa habían tres hombres y jamás vi tal cosa. Mientras Carlos se duchaba abrí un poquito la puerta, lo justo para que un ojo se colase junto a mi naricilla curiosa y así contemplar aquel misterio de la naturaleza que me había sido vetado. Carlos estaba bajo el chorro del agua, debía estar muy caliente porque salía gran cantidad de vapor, el tenia la cabeza echada hacia detrás y de vez en cuando la agachaba para mirar lo que tenia fuertemente asido en su mano mientras la agitaba rítmica y enérgicamente hacia arriba y hacia abajo, resoplaba e incluso a veces gemía bajito, eso era lo que embarazaba a las mujeres. Pensativa me fui a mi cuarto, no era posible que algo de se tamaño me cupiese por alguno de mis agujeros. Nunca había usado el pestillo de mi habitación, pero había llegado el momento de invitar a la intimidad y compartir con ella un par de dudas. Me quité las braguitas, me tumbé boca arriba en la cama y deslicé la mano bajo mi vestido, palpé con detenimiento la anatomía de mi sexo en busca del agujero por el que entraban los niños y efectivamente allí estaba, húmedo, tibio y agradable. Introduje el índice despacito, me sentía rara, algo me decía que aquello no estaba bien así que deje de hacerlo, pero había algo que me resultaba mucho mas placentero las caricias externas conseguían que se me pusiese la carne de gallina y que el corazón me latiese con mas fuerza. En esta vida todo es cuestión de práctica y yo soy muy tenaz. Gracias Carlos.

Analizando a mi familia detenidamente he llegado a la conclusión de que soy un ángel entre mortales, tal vez gracias a ellos he aprendido algunas cosas, pero es mi práctica la que me ha llevado a la perfección. El mundo debe sentirse feliz de tenerme sobre él.

El club de los humildes **


Me pregunto cómo sería mi conciencia antes de su juramento de silencio sepulcral. La verdad es que dudo haberla tenido nunca o quizá es que nunca me hizo falta. Me han dicho tantas veces que no tengo ley que he pensado tatuarme esa frase en la espalda, desde la mitad hasta la tira de mi tanga, para que vean todos por donde me paso las normas. No comprendo esa obsesión de señalar con el índice a toda alma viviente que no se ciña a lo estipulado o no encaje en los cánones del puritanismo.

No suelo recordar a los amantes que pasan por mi vida a menos que me hayan procurado buenos orgasmos, quizá a dos o tres de ellos. He aprendido a no prejuzgar la sexualidad de un hombre simplemente por su físico o el tamaño de su polla, pues los mejores polvos los he tenido con hombres que tenían un tamaño más bien escaso sin embargo no se les iba la fuerza por la boca.
Hay una cosa que me hace reír de este extraño “mundo del macho”, sus reacciones ante mi anillo de casada, sus preguntas indiscretas y su cara de preocupación, como si me estuviesen violando o pisando un terreno de propiedad ajena. En una ocasión uno de ellos fue lo suficientemente estúpido como para hacerme la pregunta “¿tú marido lo sabe?”, joder… “¿sabe tu mujer a caso todo lo que me haces mientras estás conmigo?”, no le volví a llamar.

Pueden pensar que soy fría, pero tengo la boca más caliente que el corazón y eso compensa. Con el tiempo he aprendido a no enamorarme de cualquiera que me hable de amor, ahora sé capear mentiras y hacer que reboten en mi y vuelvan a sus autores con mucha más fuerza, a ellos les saben a verdades y a mi me ahorran algún que otro dolor de alma. Y el caso es que a los amantes se les miente menos que a la pareja, de hecho creo que se llevan mi mejor parte en ese compartir, siempre ven mi lado bueno y viceversa, por supuesto.

Nunca fui una niña pendón, la verdad es que hasta que perdí la virginidad fui bastante recatada, si la mitología fuese real Pandora debió haber escondido su caja entre mis piernas. Y no es que sea una zorra sino simplemente soy de coño fácil.

viernes, 9 de mayo de 2008

"Entre comillas"

El “mi” carece de posesión cuando se trata de ti,
así como “nosotros” siempre lleva un “ellos” al final de cada frase,
el “quizás” me sabe a “nunca”y tú te comes a cucharaditas mis “siempre” como si fuesen de crema.

Ponemos comillas en los “porqués” para que queden bonitos
como a mi lencería fina sus puntillas, aunque nunca la mires.

El “futuro” es un tiempo apocalíptico incompleto conjugado sobre gelatina

Yo futuro
Tú futuras
Ellos futuran

No busques un “nosotros” que no esté apuntillado
se extinguió a la vez que los dinosaurios con la explosión de tu ronquido
y el vosotros duerme en tu lado de la cama.

Voy a pedirte “perdón” (qué fácil me resulta),
se parece a tus “te quiero” dichos a media voz justo antes del portazo,
nunca después de mis muertes.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Las pelirrojas también lloran


No soy de primavera
ni de verano,
soy un fuego fatuo
de los que deambulan por los callejones el uno de noviembre
buscando un cuerpo cálido donde cobijarse
de los que dan vueltas en la cama
buscando una espalda a la que aferrarse
una boca de la cual extraer el aliento que no poseo.

Me deshago
sin excesos de fatalidad ni escenas de cine trágico
sin esperar lagrimillas al final de la escena.

Las pelirrojas también lloran
quizá por eso nací morena,
mi madre me quiso evitar el llanto,
pero el destino me lo truncó
y ahora mi pelo brilla con el rojo de los atardeceres,
el rimel cae emborronándome la expresión,
soy como un payaso después de su función
con el maquillaje a medio quitar
y la sonrisa de oreja a oreja pareciendo hacer burla.

No hay alivios en forma de palabra
solo de abrazos, y por desgracia esos no se compran,
tengo el cuerpo vacío esperando que se llene de besos
porque las razones no neutralizan las ofensas,
ni las quiero.


Hubo un tiempo en el que me creí poeta
me atrevía a ironizar
burlándome de los verbos
de los tiempos, de las rimas,
almacenaba sueños en urnas de cristal
y tenía mi propia Atlantis en mi bañera.
Hubo un tiempo en el que me sentí poeta
y creía en Dios y en los hombres
pensaba que las mentiras
solo eran metáforas que adornaban la verdad
y las coleccionaba todas debajo de mi falda.
Hubo un tiempo
en el que la palabra pluma
tenía poco que ver con un ala de pájaro
pero mucho con volar,
y volaba sobre mi pluma
como una bruja sobre su escoba
y reía…reía.
Hoy todavía me siento poeta
pero mi Atlantis se marcho por el desagüe,
Dios ha renegado de mí y no creo en los hombres,
escondo las verdades
y las pudro con las mentiras que se escapan por debajo de mi falda,
cambiaría mi pluma por unas alas de pájaro,
ahora el tiempo se burla de esta bruja
e ironiza acerca de mis rimas
ríe… ríe…
y todavía me siento poeta.