miércoles, 15 de abril de 2009

Jet lag


Y de pronto me siento como un gato sin pelo ni uñas, desprotegida, desnuda, sola.
Es lo que tienen los aeropuertos, que la gente va o viene, pero nadie se queda, siquiera los guardas de seguridad se quedan.
Soy un gato, sí, pero de esos que odian dormir en un sillón, de los que se enamoran de los perros y envidian a los pájaros. Soy un gato con miedo a las alturas y aquí estoy, esperando un avión que me lleve de vuelta a mi mundo, aunque mi mundo se componga de pedacitos de otros mundos ajenos y se tambalee cada vez que alguien se aleja de mí, aunque lo niegue, aunque me cuente cuentos a mí misma diciéndome que nadie ni nada me importa más de lo que me importan las cosas que no me importan demasiado.
Ahora estoy abisagrada a esta mesa con mi medio sándwich que sabe a queso rancio, una botella de agua a medio beber, el bolígrafo danzando entre los dedos y dudas, y con la certeza de que mi única salvación se encuentra aquí, sentada en esta silla.
Soy tan pequeña (o el mundo muy grande). Por más que lo intente no consigo sonreír diez veces seguidas sin sentir después ganas de llorar. Me extingo un poco en cada lágrima y sin embargo siento alivio con cada gota.
Quiero saber querer sin dejar de quererme y dejar de querer cuando no me quieren, tal vez si lo logro encuentre la clave de este cubo de Rubik que me posee, tal vez entonces pueda dejar de soñar sentada en sillas de aeropuerto con un cuaderno delante lleno de palabras incoherentes.
Pero todavía no ha llovido lo suficiente, no puedo pensar en azul, ni sentir en azul, todo es de un gris que abruma y entre tanta niebla me pierdo a mí misma, no me oriento porque no grito, ni grito por no asustarme o estorbar este letargo, pero indudablemente tengo miedo, un miedo atroz de volver a los poemas que hablan por mí, porque no soy solo la mano que dicta la letra, soy verso, la metáfora que nadie logra comprender, y me releo intentando encontrarme de nuevo, pero me pierdo cada vez que me escribo y al buscarme busco a otros olvidándome de mí, sin darme cuenta que ese “tú” que busco en realidad es el “yo” que no encuentro.

Barajas 14-4-09

2 comentarios:

Ana Clavero dijo...

No sé si darte muchas esperanzas porque a veces le llegan a una tos "taitantos" y sigue sin encontrar el yo.

Puedes jurarlo: eres verso.

Te envío un besazo enorme y espero que me perdones las faltas de asistencia de los últimos días.

Cristal Violeta dijo...

Anita mia... que te quiero!!!! que te quieroooooo!!!!

Imagino que es cosa del GEN,solo que a veces una no deja de cuestionarse ciertas cosas, sobre todo cuando está nublado.

Nah, tu pasa cuando quieras que para ti la puerta siempre está abierta.

Besos miles, mi niña grande!