miércoles, 14 de mayo de 2008

El club de los humildes **


Me pregunto cómo sería mi conciencia antes de su juramento de silencio sepulcral. La verdad es que dudo haberla tenido nunca o quizá es que nunca me hizo falta. Me han dicho tantas veces que no tengo ley que he pensado tatuarme esa frase en la espalda, desde la mitad hasta la tira de mi tanga, para que vean todos por donde me paso las normas. No comprendo esa obsesión de señalar con el índice a toda alma viviente que no se ciña a lo estipulado o no encaje en los cánones del puritanismo.

No suelo recordar a los amantes que pasan por mi vida a menos que me hayan procurado buenos orgasmos, quizá a dos o tres de ellos. He aprendido a no prejuzgar la sexualidad de un hombre simplemente por su físico o el tamaño de su polla, pues los mejores polvos los he tenido con hombres que tenían un tamaño más bien escaso sin embargo no se les iba la fuerza por la boca.
Hay una cosa que me hace reír de este extraño “mundo del macho”, sus reacciones ante mi anillo de casada, sus preguntas indiscretas y su cara de preocupación, como si me estuviesen violando o pisando un terreno de propiedad ajena. En una ocasión uno de ellos fue lo suficientemente estúpido como para hacerme la pregunta “¿tú marido lo sabe?”, joder… “¿sabe tu mujer a caso todo lo que me haces mientras estás conmigo?”, no le volví a llamar.

Pueden pensar que soy fría, pero tengo la boca más caliente que el corazón y eso compensa. Con el tiempo he aprendido a no enamorarme de cualquiera que me hable de amor, ahora sé capear mentiras y hacer que reboten en mi y vuelvan a sus autores con mucha más fuerza, a ellos les saben a verdades y a mi me ahorran algún que otro dolor de alma. Y el caso es que a los amantes se les miente menos que a la pareja, de hecho creo que se llevan mi mejor parte en ese compartir, siempre ven mi lado bueno y viceversa, por supuesto.

Nunca fui una niña pendón, la verdad es que hasta que perdí la virginidad fui bastante recatada, si la mitología fuese real Pandora debió haber escondido su caja entre mis piernas. Y no es que sea una zorra sino simplemente soy de coño fácil.

6 comentarios:

Don Peperomio dijo...

vaya...





vaya.

Cristal Violeta dijo...

No es el leon tan fiero como lo pintan ni la puta tan golfa.
Ahí queda eso ;)

Microalgo dijo...

O sí, y sólo a ella ta lcosa compete.

El único inconveniente es que tal vez Usted esté (o no) así por un daño previo. Y puede que se encuentre a alguien a quien pueda dañar igual. Y ese dañará a una mujer como Usted fue (o no) dañada...

Así, de mano a mano se pasa el cáliz del amor, el venenoso cáliz del amor (Lawrence Durrel. El Cuarteto de Alejandría. IV. Clea).

Cosa que, repito sólo a Usted compete. Si Usted está en armonía consigo misma, lo que haga o deje de hacer es lo correcto.

carlos dijo...

Me parece, una forma sencilla, de expresar, estados, emociones, sentimientos y cosas prácticas que suceden en la vida.
Esto es literatura y en ello todo está permitido, lo ínico que no debe faltar es la musicalidad del idioma expresada en la escritura, y yo si lo encuentro
felicitaciones.

Cristal Violeta dijo...

Bueno no todas las protagonistas de mis escritos son mi Alter Ego, sino sería la dama de las mil caras y demasiado tengo con sostener la mía.
Gracias de nuevo por la huella señor micro

Cristal Violeta dijo...

Gracias Carlos por tu observación y comentario.
Se bienvenido a mi mundo violeta.
Besos